Un campo poco investigado que explora la intersección entre la contaminación y la salud mental está ganando impulso a medida que aumentan las pruebas de que los contaminantes ambientales dañan todos los órganos de nuestro cuerpo, incluido el cerebro. Esta guía explora la ciencia emergente y ofrece soluciones para mejorar la salud mental frente a estos desafíos ambientales.
Contaminación del aire y salud mental
Vista de U.S. Steel Edgar Thompson Works en Braddock, Pensilvania, una fuente importante de contaminación atmosférica y climática en la región. (Crédito: Njaimeh Njie)
Según el Informe sobre el Estado del Aire de la Asociación Americana del Pulmón del 2021, aproximadamente cuatro de cada diez residentes en EE.UU. viven en condados con niveles insalubres de contaminación del aire. Pero lo que se considera "insalubre" se basa únicamente en cómo la contaminación afecta a la salud física, no a la mental.
Los científicos saben desde hace tiempo que la contaminación atmosférica daña los pulmones, provocando enfermedades como el asma y el cáncer de pulmón, y que también puede dañar el corazón. Sólo mucho más tarde, los investigadores descubrieron que la contaminación del aire también provoca cambios en el cerebro que aumentan los riesgos de enfermedades mentales, demencia, Alzheimer y problemas de aprendizaje. Incluso pequeños aumentos de la contaminación del aire se han relacionado con la depresión y la ansiedad.
Un amplio estudio realizado en el 2019 sobre personas de Dinamarca y Estados Unidos descubrió que las personas expuestas a altos niveles de contaminación del aire son mucho más propensas a sufrir una enfermedad psiquiátrica como depresión, esquizofrenia, trastorno bipolar o trastorno de la personalidad.
Investigaciones recientes indican que la exposición a la contaminación del aire en la infancia puede afectar negativamente a nuestra salud mental en la edad adulta, y vinculan los aumentos repentinos de la contaminación del aire con más visitas a las salas de emergencias por enfermedades mentales entre los niños.
Contaminación del agua y la salud mental
La contaminación del agua está asociada con una larga lista de problemas de salud física. Se sabe menos sobre el efecto de estos contaminantes en la salud mental. (Crédito: CDC/Unsplash)
Una gran cantidad de contaminantes puede acabar en el agua potable, y muchos sistemas de agua potable en Estados Unidos y en el mundo carecen de buenos sistemas para filtrarlos. Patógenos, pesticidas, fertilizantes, metales pesados como el arsénico, el mercurio y el plomo, y minerales radiactivos como el uranio están presentes en muchos sistemas de agua, y pueden tener efectos agudos o crónicos. Recientemente, también han salido a la luz pruebas sobre la presencia generalizada de las llamadas "sustancias químicas para siempre" en el agua: PFAS, o sustancias perfluoroalcalinas y polifluoroalcalinas.
Sabemos que estos contaminantes comunes del agua y otros están, en conjunto, asociados a una larga lista de dolencias, como el cáncer, los trastornos neurológicos, los problemas de aprendizaje, las enfermedades de la tiroides, los problemas inmunológicos, los problemas de fertilidad y de embarazo, y los defectos de nacimiento, por nombrar algunos. Sin embargo, los efectos de estos y otros contaminantes en la salud mental no han sido bien explorados, si es que se han hecho. Pero está surgiendo un conjunto de investigaciones sobre el impacto de un contaminante común, el plomo, en nuestra salud mental.
Se sabe desde hace décadas que la exposición al plomo en las primeras etapas de la vida puede causar problemas cognitivos y de aprendizaje en los niños. Ahora, los investigadores están reuniendo pruebas de que los niños expuestos al plomo son más propensos a sufrir depresión, esquizofrenia y otros trastornos psiquiátricos cuando llegan a ser adultos.
Una reciente revisión de la investigación científica encontró pruebas de que la exposición al plomo en la infancia es un factor de riesgo de trastornos psiquiátricos como la ansiedad, la depresión y los trastornos obsesivos compulsivos, y de trastornos del neurodesarrollo como el TDAH, el autismo y el síndrome de Tourette.
Un estudio a largo plazo realizado en Nueva Zelanda hizo un seguimiento de cientos de personas y descubrió que quienes estaban expuestos a niveles más altos de plomo cuando eran niños eran más propensos a experimentar síntomas de enfermedad mental cuando eran adultos, como comportamiento antisocial, trastornos alimentarios, depresión, ansiedad, estrés postraumático, abuso de sustancias, delirios y alucinaciones.
Según el Consejo de Defensa de los Recursos Naturales, entre el 2018 y el 2020 más de la mitad de la población estadounidense bebió agua de sistemas de agua potable con niveles de plomo superiores a 1 parte por billón (el nivel establecido por la Academia Americana de Pediatría para proteger a los niños del plomo en las fuentes de agua de las escuelas).
Otros contaminantes y trayectorias
El tráfico, la industria y la agricultura generan niveles elevados de contaminación del aire y el agua a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México, entre San Diego y Tijuana. (Crédito: Wikipedia)
Los investigadores afirman que la mayor parte de las investigaciones sobre contaminación y salud mental se han centrado hasta ahora en la contaminación del aire y en metales pesados como el plomo. Los efectos sobre la salud mental de muchas otras categorías y vías de contaminantes, como los pesticidas en los alimentos y los plastificantes presentes en los juguetes y los productos de cuidado personal, como champús y lociones, siguen siendo en gran medida desconocidos.
Además, los científicos aún no saben mucho sobre los efectos sinérgicos de la exposición a múltiples contaminantes. Por ejemplo, si una familia bebe agua contaminada y además vive cerca de otras fuentes de contaminación, como una carretera con mucho tráfico, pozos de petróleo y gas, y campos agrícolas donde se utilizan pesticidas, ¿cómo podría la exposición combinada a estas fuentes de contaminación crear efectos nuevos o intensificados en la salud mental? Las incógnitas dejan a millones de personas en riesgo por una o más fuentes de contaminación.
Barreras para entender los efectos de la contaminación en la salud mental
Las brechas en los datos de atención médica dificultan que los investigadores investiguen los vínculos entre la contaminación y la salud mental. (Crédito: armymedicine.health.mil)
Avanzar en la investigación sobre los vínculos de la contaminación con la salud mental es un proceso lento y a menudo laborioso. Dado que el campo es tan nuevo, la financiación ha sido difícil de conseguir, y obtener acceso a los datos pertinentes plantea otro desafío. Los científicos han tenido que encontrar soluciones creativas, como utilizar los datos de salud mental disponibles de estudios anteriores o de sistemas de información sanitaria y cotejarlos con los datos de contaminación para encontrar relaciones.
En los EE. UU., existen grandes lagunas en los datos de atención médica disponibles, en parte debido a la falta de un sistema nacional integral de información de atención médica. En cambio, las compañías de seguros privadas y los sistemas de salud a menudo mantienen estos datos. Además, no todos los estados cuentan con sistemas sólidos para compilar y mantener los datos ambientales, lo que dificulta obtener una imagen completa.
Justicia ambiental y salud mental
La activista por la justicia ambiental Melanie Meade fuera de su casa en Clairton, Pensilvania. (Crédito: Njaimeh Njie)
Mientras los científicos siguen buscando respuestas, las comunidades expuestas a la contaminación siguen estando en peligro. Cada vez hay más pruebas que indican que las mismas comunidades que soportan una carga desproporcionada de problemas de salud física asociados a la contaminación también sufren mayores efectos en la salud mental.
La innovadora serie de EHN, Pollution's Mental Toll (El Costo Mental de la Contaminación), exploró cómo la contaminación afecta la salud mental, examinando varias comunidades del oeste de Pensilvania agobiadas por una variedad de industrias contaminantes. Nuestro reporte encontró que aquellos con el nivel más alto de contaminación del aire con frecuencia enfrentan otras dificultades que impactan negativamente en la salud mental --como la pobreza, el crimen y el racismo --y carecen de acceso a recursos de salud mental.
Las comunidades de color suelen ser las más afectadas. Según el Reporte sobre el estado del Estado, de la de la Asociación Americana del Pulmón, por ejemplo, las personas de color en Pensilvania tenían un 61 % más de probabilidades de vivir en un condado con un grado de contaminación "deficiente". Esto está lejos de ser exclusivo de una sola región.
Al mismo tiempo, existe una falta de conciencia de que la contaminación del aire puede aumentar la gravedad de las enfermedades mentales y, por tanto, incrementar sustancialmente las cargas sociales y financieras en las comunidades que ya luchan contra estos otros retos sociales y económicos. Los sistemas de salud mental no suelen ser conscientes de la relación entre la contaminación y las enfermedades mentales, por lo que no la tienen en cuenta en los diagnósticos y pierden oportunidades de ayudar a las personas a proteger su salud mental.
Posibles soluciones
Una niña camina cerca de su casa en la Nación Navajo en un área contaminada por la extracción de uranio en el pasado. Durante mucho tiempo, la comunidad ha expresado su preocupación por la afectación a la salud física y mental asociados con vivir cerca de desechos de uranio. (Crédito: Autumn Spanne)
En lo que respecta a la atención a la salud mental, los investigadores afirman que es necesario concienciar sobre estos vínculos y aumentar el acceso y la financiación de los servicios de salud mental en las comunidades desproporcionadamente afectadas por la contaminación. Otra prioridad es formar a los profesionales de la salud mental para que reconozcan los factores de riesgo ambiental de las enfermedades mentales.
Tal y como EHN destacó en nuestra serie, las agencias estatales y federales responsables de regular los contaminantes en nuestro aire y agua deben prestar atención a este campo emergente, considerar cómo estas sustancias afectan al cerebro de los niños y los adultos, y apoyar investigaciones adicionales que examinen la intersección entre la contaminación y la salud mental.
Los líderes políticos y los reguladores de todos los niveles también deberían reconocer las cargas desproporcionadas que soportan las comunidades de bajos ingresos y las personas de color, y tenerlo en cuenta en las decisiones sobre la aprobación y la regulación de los contaminantes para que la regulación y la aplicación sean equitativas.
Formas de actuar
El asesoramiento y la búsqueda de apoyo social uniéndose a otros para lograr cambios son formas de cuidar su salud mental. (Crédito: Edward Howell/ Unsplash)
A continuación se presentan formas de apoyar la salud mental y de impulsar soluciones a estos problemas, extraídas de Pollution’s Mental Toll (El Costo Mental de la Contaminación):
Cuida tu salud mental
Si necesita nuevas herramientas para apoyar su salud mental, no está solo. Hay recursos disponibles:
Encuentre un consejero cerca de usted
Actúa por un agua potable segura
Conozca qué contaminantes hay en su agua potable y póngase en contacto con la autoridad local del agua para solicitar mejoras.
Póngase en contacto con sus legisladores para hacerles saber que esta cuestión es importante para usted.
Conecte con los grupos nacionales que abogan por un agua potable más segura:
Tomar acción para un aire más limpio
Conéctese con estos grupos nacionales que abogan por un aire más limpio:
Asociación Americana del Pulmón
EarthJustice (Justicia por la Tierra)
Moms Clean Air Force (Fuerza de las Madres por el Aire Limpio)
Traducido del inglés al español por Katia Rodríguez
Fotografía del encabezado: Un chico a la ventana por Andrik Langfield/Unsplash
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