Estoy impaciente por el cambio. Los problemas ambientales y sociales del mundo están creciendo y extendiéndose como incendios forestales.
Seguir con lo habitual no resolverá la injusticia climática o la extensa contaminación de plástico en nuestros océanos. Necesitamos empoderar a la próxima generación de líderes de salud ambiental y justicia para que hable abiertamente, compartan sus ideas audaces y actúen rápidamente y decisivamente para que podamos desarrollar soluciones efectivas para proteger nuestros ecosistemas y la humanidad.
Una parte clave de este empoderamiento es centrar las voces de los científicos y académicos que han sido dejados al lado durante demasiado tiempo. La ciencia y los medios no son instituciones tradicionalmente diversas o inclusivas. Muchas mentes brillantes de entornos históricamente subrepresentados nunca son alentadas a cultivar sus ideas debido a prejuicios institucionales y sanciones implícitas pero no expresadas por ser diferentes.
Además, la misión de traducir buena ciencia para la población general puede parecer de sentido común, pero mantenerse fiel a este objetivo frecuentemente implica ignorar los consejos de los adultos mayores respetables en el campo de la investigación. Durante demasiado tiempo, la comunicación científica se ha visto como una distracción para los científicos que se ven obligados a publicar artículos y recaudar fondos.
Este ensayo también está disponible en inglés.
Con esto en mente, estamos lanzando una nueva serie en curso "Agentes de Cambio" para presentar las ideas y perspectivas de los líderes de la próxima generación que provienen de entornos históricamente poco representados en la ciencia y la academia.
Invertir en sus ideas y desarrollo como científicos ayudará a catalizar el cambio que necesitamos para que el proceso de descubrimiento sea más equitativo y justo y, finalmente, avanzar nuestros esfuerzos para mejorar las condiciones ambientales y la salud pública para todos, especialmente los más vulnerables.
Esta serie ayudará al público a darse cuenta de que la cara de la ciencia está cambiando y que la búsqueda de ideas y soluciones innovadoras será beneficiada por mayor diversidad.
Esta diversidad lleva un largo retraso. Cuando era pequeña, nunca pensé que sería profesora o investigadora científica. Apenas sabía que estas profesiones existían, y no conocía a ninguna mujer estadounidense con padres de la India en estos roles.Mis padres emigraron de la India a los Estados Unidos en busca del sueño americano.
Mi padre, el primero en su comunidad en completar estudios más allá de la escuela preparatoria, era médico.
Vivíamos en la zona rural de Carolina del Norte y éramos parte de una comunidad muy unida de otras familias inmigrantes de la India repartidas por todo Carolina del Norte. Estas redes sociales ayudaron a mi familia a prosperar, pero había pocos ejemplos de personas que buscaban trabajo impulsados por un sentido de tener una misión, y mucho menos carreras profesionales que integren la ciencia y el cambio social.
Avanzando rápidamente varias décadas, ahora soy profesora titular de salud ambiental en una de las principales escuelas de salud pública del país.
Mi investigación se enfoca por mejorar la salud pública al enfocar la ciencia, la política y la práctica clínica como palancas de cambio. Durante la última década, me he centrado en los problemas de salud pública asociados con nuestro entorno químico invisible, que envuelve a todos, en todas partes, todos los días.
Muchos de estos químicos son disruptores endocrinos conocidos que pueden interferir con la reproducción y el desarrollo saludable, y contribuyen a los riesgos de cáncer y la obesidad. Desafortunadamente, existen garantías mínimas para proteger la salud y la seguridad de los productos químicos industriales antes de que se introduzcan en el mercado.
Yo investigo los impactos de químicos tóxicos a través del lente de la justicia social porque las comunidades de color y de bajos ingresos que usualmente experimentan exposiciones ambientales elevadas pueden ser más vulnerables a sus efectos tóxicos debido a la discriminación que enfrentan debido a su raza, clase y / o género.
Por ejemplo, mi laboratorio busca identificar las causas de la exposición química elevada entre las mujeres de color, como las mujeres negras y latinas. Estamos desarrollando y probando un nuevo paradigma, que llamamos "la injusticia ambiental de la belleza", que vincula el racismo estructural con las normas de belleza que idealizan la blancura.
Además, rastreamos cómo estas normas racializadas de belleza racializadas llevan a rituales tóxicos de belleza y a un mayor uso de productos que contienen químicos disruptores endocrinos perjudicantes. Como parte de este paradigma, también utilizamos tecnología emergente para comprender cómo estos químicos pueden contribuir a las disparidades raciales / étnicas en la salud reproductiva de las mujeres.
Estoy igualmente comprometida a la comunicación científica para que investigaciones de alto calibre puedan llegar a todos, desde madres y padres preocupados hasta líderes en la comunidad empresarial y formuladores de políticas públicas a nivel local, estatal y federal.
Al comenzar el próximo capítulo de mi carrera, me doy cuenta de que necesitamos nuevas voces para mejorar la salud pública ambiental y combatir la guerra actual contra la ciencia, así que estoy feliz de proporcionar a estos líderes emergentes un megáfono digital.
Tienen mucho que decir y espero que los escuchen. Después de todo, la participación pública en la ciencia es la piedra angular de una democracia saludable.
Ami Zota está colaborando con EHN en Agentes de Cambio y es profesora titular profesora asociada de salud ambiental y ocupacional en la Escuela de Salud Pública Milken Institute de la Universidad George Washington. Síguela en twitter @amizota